miércoles, 19 de diciembre de 2012

La Orden de Toledo


   ¿Que qué era la Orden de Toledo? 

   Pues ni más ni menos que una coña marinera que se le ocurrió a Luis Buñuel en una noche de borrachera en Toledo, una ciudad que le fascinaba por su "ambiente indefinible". Realmente no era más que una justificación para irse de jarana los fines de semana a Toledo a emborracharse, gastar bromas y realizar acciones surrealistas que no eran otra cosa que mucho pitorreo.
   La Orden de Toledo fue una parodia de orden de caballería con sus preceptos, sus caballeros y su condestable. Cargo que asumió el propio Buñuel, como no podía ser de otra manera. Fue fundada en el día de San José de 1923.
   Para pertenecer a la Orden había que amar Toledo incondicionalmente, asistir a la ciudad al menos una vez al año, estando prohibido alojarse en hoteles o fondas de "buen talante", había que pasar al menos una noche entera de borrachera y, por supuesto, no lavarse.
   Solían alojarse en la Posada de la Sangre, famosa porque se creía que era en la que se había alojado Cervantes cuando escribió "La ilustre fregona" y que en los años 20 aún carecía de agua corriente y cohabitaban las mulas con los hospedados. Para comer iban a la Venta de Aires, que aún existe, donde degustaban la tortilla a caballo y el vino de Yepes.
   Después de la comida dedicaban unos minutos a visitar la tumba del Cardenal Tavera, que impresionaba tanto a Buñuel que hasta le rindió un homenaje en su película "Tristana". Y después se perdían por las laberínticas calles, recitando poemas en voz alta, besando el suelo y haciendo, en definitiva, el bandarra.
   Buñuel se inventó toda una jerarquía para la orden y repartió títulos de pertenencia que dibujó el pintor José Moreno Villa. Buñuel, como ya he comentado, era el Condestable. Pepín Bello era el secretario. Lorca y Dalí eran caballeros, entre otros muchos como Rafael Alberti o Maria Teresa León. Por debajo estaban los escuderos. Después los invitados de los escuderos por último los invitados de los invitados de los escuderos. El rango que se alcanzaba dependía del grado de cumplimiento de los preceptos de la Orden.

   En la novela gráfica "Los caballeros de la Orden de Toledo" la orden mantendrá esa esencia gamberra a la vez que será una excusa para que los protagonistas vivan toda una aventura de conspiraciones políticas, intriga y acción.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Las tertulias literarias

Igual que el siglo de Oro español tuvo sus mentideros donde los intelectuales se juntaban con el pueblo llano para intercambiar chascarrillos y opinar sobre las últimas noticias, La edad de plata de las letras españolas tuvo sus tertulias de café.

Las tertulias eran, a su modo, las redes sociales de principios del s.XX donde intelectuales, literatos, políticos o artistas se rodeaban de sus 'followers' para compartir impresiones, informarse de lo que se cocía allende las fronteras, criticar al ausente o tener enconados debates sobre temas de mucha o poca importancia, los 'Trending Topics' del momento.

Entre las tertulias míticas podemos encontrar las de El Colonial, El Fornos, El Café de Oriente y el Café Gijón. O la del Café del Pombo, donde, desde 1912 hasta 1937, Ramón Gómez de la Serna instaló todos los sábados por la noche su Sagrada cripta del Pombo. Una tertulia abierta a todos los movimientos de vanguardia que llegaban desde fuera o empezaban a gestarse en el inquieto Madrid de los años 20.

Muestra de estos movimientos de vanguardia fue el Ultraismo, un movimiento literario que surge en contraposición al modernismo, y cuya máxima es la renovación de la poesía abrazando todo lo que signifique novedad: la velocidad, la aviación, el cine, el foxtrot, etc. Y sobre todo es un movimiento abanderado por los jóvenes, con el que simpatizaron nuestros protagonistas, asiduos también a las tertulias como la del Pombo que es la que ilustramos en esta entrada.
En ella vemos a Guillermo de Torre, de pie, haciendo un alegato ultraista. A su derecha Gómez de la Serna, y de fondo el cuadro de Gutiérrez Solana que inmortalizó la mítica tertulia.



lunes, 26 de noviembre de 2012

La Residencia de Estudiantes de Madrid



Si hoy en día te cuentan que hay una residencia de estudiantes, donde los residentes viven en un ambiente de estudio, acompañados de tutores a quienes consultar dudas, con laboratorios donde hacer prácticas, con biblioteca propia, un comedor donde se cuida de la nutrición, y donde se hacen conferencias de eruditos de todas las materias, lo más seguro es que te parezca algo de lo más normal. Pero esto en la España de primeros del s.XX era algo totalmente revolucionario. Y esto es, precisamente, lo que era la Residencia de Estudiantes donde convergieron Lorca, Buñuel y Dalí.

Hasta la creación de la Residencia, los estudiantes universitarios de provincias se veían obligados a alojarse en hostales donde el ambiente para el estudio era más bien escaso. El objetivo de la Residencia dirigida por Alberto Jiménez Fraud era crear un entorno intelectual donde ciencias y arte se complementaran.

La presencia de notables intelectuales era casi constante. Unamuno, Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, etc con los que los estudiantes conversaban y preguntaban dudas. Además de la impartición de conferencias de los personajes más ilustres de talla internacional, como Albert Einstein, Marie Curie, H.G Wells, entre otros muchos.

Además en la residencia se respiraba un ambiente liberal, no falto de disciplina, y una ausencia total de influencia clerical. La Residencia no tenía capilla ni crucifijos, cosa que traía de cabeza a algunos estamentos del poder establecido.

Como otras muchas cosas, ejemplos de modernidad y progreso, la guerra civil y la dictadura dieron al traste con la Residencia de Estudiantes. La mayoría de estudiantes y profesores se vieron abocados al exilio exterior o interior. Pasarían décadas hasta que algo similar a la sombra de lo que la Residencia de Estudiantes fue, volviera a erigirse en España.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Los caballeros de la Orden de Toledo

   En las primeras décadas del siglo XX España vivía (como casi siempre) una situación política y socialmente convulsa. Los gobiernos se sucedían, a veces con 3 cambios de gabinete por año. Media España estaba sometida al caciquismo y en la otra media obreros y patronos resolvían sus disputas a tiros. Era la época del pucherazo, de los gobiernos de turno y del pistolerismo.
   En este panorama de descrédito político, surge un oasis de aperturismo, de cultura y de liberalismo: La Institución Libre de Enseñanza, cuyo mayor baluarte es la Residencia de Estudiantes de Madrid. Una residencia estudiantil en la línea de las de Oxford y Cambridge, donde estudiantes, profesores y personajes de renombre conviven en un ambiente de libertad y laicidad. Algo impensable en la España de entonces.
   A principios de los años veinte coinciden en la Residencia tres jovenes que llegarían a ser unos de los españoles más universales del siglo XX: Federico García Lorca, Luis Buñuel y Salvador Dalí.
   Lejos de sus familias, y sin, practicamente, problemas económicos, disfrutan de la libertad del Madrid de la tertulias, de las noches de jazz y los movimientos de vanguardia, aparentemente ajenos a las convulsiones sociales y políticas...
 ... O eso parece.
   "Los Caballeros de la Orden de Toledo" es una novela gráfica que, desde la ficción, se pasea por las biografías de estos personajes y de la historia del país, para ofrecer una nueva visión llena de acción, intriga, humor y aventuras.