Tras la presentación, pequeñita pero guasona en la
Librería Subterránea de Granada, este pasado fin de semana tocó en el Café Molar de Madrid y en la Libro-Taberna el Internacional de Toledo. ¿Y qué podemos decir? Aún no se nos ha quitado la sonrisa bobalicona de la cara.
El Viernes 23 tocó en el
Café Molar, donde compartimos presentación con nuestros primos de
Ultrarradio, que sacaban un tebeo dedicado a los Ilegales.
Estuvimos bien arropados por los colegas aprovecharon la presentación para acercarse a vernos. Mucho reencuentro, sonrisas y buen rollo. Contamos nuestra historia sobre el cómic, cómo surgió, cómo evolucionó, etc, y luego turno de preguntas, unas poquillas, que espero que contestáramos satisfactoriamente.
Posteriormente pasamos a ofrecer y dedicar el tebeo y eso fue un no parar. Había algunos mecenas a los que besamos los pies. Y ya, en petit comité, alguno aprovechó para hacernos las preguntas que el miedo escénico les había impedido hacer antes.
En resumen. Estuvimos muy agustito. Encantados de reencontrarnos con muchos amigos y muy agradecidos por las palabras de apoyo de los concurrentes.
Y si lo de Madrid fue estupendo, lo de Toledo fue mágico. Gracias en gran parte a
Guille Toledo que ejerció de organizador, de guía espiritual y de maestro de ceremonias a lo largo de la noche.
Aquí ya no había amigos para arroparnos pero dio exactamente igual porque como no llevábamos, los hicimos.
El lugar de presentación, la
Libro-Taberna El Internacional, resultó ser de esos lugares indefinibles que todos nos gustaría tener cerquita para pasar el mayor tiempo posible en él: Música en directo, exposiciones, ilustraciones de decenas de dibujantes regaladas al local, librería solidaria para comprar, intercambiar o, simplemente, leer, unos platos gastronómicos de los que alegran el estómago y, sobre todo, un libro-tabernero, Juan, que se empeñó de principio a fin en que fuéramos felices allí. Y lo fuimos.
Al principio había poquilla gente, y empezamos a dudar si el haber puesto la presentación simultáneamente a la final de la Champions, había sido un error. Pero no. No lo fue. En pocos minutos al Internacional empezó a llegar gente y al final, unas 20 personas escucharon pacientemente nuestra charla, hicieron bastantes preguntas, algunas difíciles, y esperaron pacientemente el turno para las dedicatorias.
Y luego... ¡La ruta nocturna de la Orden de Toledo!
Guille tomó las riendas de la noche, y ataviado con capa y sombrero, disfrazado como los preceptos de la Orden mandan, nos llevó a los escenarios que frecuentaban los personajes de la generación del 27. Todo ello en un Toledo mágicamente desierto, gracias al fútbol, y regado con el vino de Yepes, que ayudó a que todos y todas vistiéramos una sonrisa de oreja a oreja que nos quedaba muy bien.
Y tras visitar lugares como el convento de los Carmelitas Descalzos, donde Buñuel tuvo la revelación de crear la orden, el Monasterio de Santo Domingo el antiguo, donde la Orden de Toledo escuchaba los maitines de las monjas, y algunas de las localizaciones de la película Tristana, entre otros lugares, terminamos la ruta en la Posada de La Sangre, lugar donde la Orden de Toledo se alojaba por, entre otras cosas, no tener agua corriente.
Allí acabó la ruta gratamente amenizada por Guille, pero no la noche. Aunque eso ya es otra historia.
Uno de los efectos colaterales de haber editado este cómic es el de reencontrarse con grandes amigos y amigas y conocer a gente que merece mucho la pena conocer. Todos y todas gente estupenda.
Así que a vosotros y vosotras, gente estupenda, muchas gracias.